Lisboa (y 3)


Hala, ya finiquito las entradas sobre el viaje a Lisboa de esta Semana Santa con la que debería haber sido la primera: el viaje y unas breves indicaciones generales, Y lo voy a hacer con fotos, que así es más ameno ¿valeeee?


Saliendo de Barajas. Íbamos a ir en coche. Son 650 km desde Madrid. Pero luego en Lisboa te comes el coche con patatas o te gastas una pasta en aparcamientos, y además teníamos el apartamento en pleno centro, o sea que al final decidimos ir en avión. ¡Jodó con los precios! La cosa se ponía heavy, hasta que decidí tirar de los puntos de la Iberia Plus, los Avios de las narices... y gastándolos toditos nos fuimos a precio apañado. Eso sí, a la ida sólo había plaza en... ¡business!


Eso quiere decir que ¡a probar por primera vez la sala VIP de Barajas, Tx! Él no las tenía todas consigo, que mira que es vuelo business pero de puntos, que no nos van a dejar entrar, que si patatín, que si patatán, pero... entramos y nada más sentarnos nos tomamos la primera vodka con naranja, como si fuéramos Patsy.


Y yo casi comí allí, que tienes para ponerte ciego a gocheces (nada serio de comer, todo guarrerías, pero te llenas igual). Y un vinito para acompañar.


Y ya al Tx se le cayó todo encima cuando vio el Gran Duque de Alba y el Cardenal Mendoza y se puso su copita coñá. Definitivamente, voy a reservar los Avios de las narices para otro vuelo en business, sí señor.


Llegada al aeropuerto de Lisboa, que tiene metro. Es decir, que por 1.45€ (y unos 45 minutos) te plantas en pleno centro. El sistema de pago de los transportes puede ser lioso si lo lees, pero en el fondo es muy sencillo: no hay billetes individuales físicos, sino virtuales que cargas en una tarjeta, a modo de la Oyster londinense. En la máquina indicas si tienes tarjeta o no y luego eliges modo "zapping" y cargas la cantidad de dinero que creas que vas a gastar. Nosotros fuimos algo lerdos, cargamos 15 € cada uno y nos sobró exactamente la mitad, porque al final salvo tres viajecillos, allí lo acabas haciendo todo andando.

En la estación Olaias nos acordamos mucho de La Pelopony.
 

Y llegamos a nuestro airbnb, cerca del Miradouro de Santa Catarina. Una casa del siglo XVIII con unas escaleras dequetemueres.


Como siempre, las fotos son mejores de lo que luego es el apartamento en sí, que era viejucho y le hacía falta una remodelación de cuarto de baño, pero al menos era amplio y se podía estar a gusto. Y, si queríamos (que no quisimos) podíamos cocinar.


Por la buhardilla se paseaban fantasmas por la noche.


El miradouro de Santa Catarina, donde teníamos el apartamento.


Durante el día está la estatua de Adamastor, el monstruo que hundía barcos los barcos en el Cabo de Buena Esperanza.


Ya te lo dije, Tú puedes ver un plano y decir: ah, mira, atajamos por aquí, pero los planos NO ESTÁN EN 3D. Te puedes encontrar con cuestas y escaleras.


Como era Semana Santa, había una iglesia con las figuritas tapadas. Me resultó de lo más moderno.


Primer día de visitas: Plaza de Rossio, con las ruinas del convento do Carmo al fondo.


Estación de trenes de Rossio.

Iglesia de Santo Domingo, que se quemó a mediados del siglo pasado y no la han restaurado, con lo que es ideal para el turisteo.


Seguimos por la plaza de Figueira para finalizar en la rua Augusta y la plaza del Comercio.


Allí hacemos las fotos panorámicas típicas y luego seguimos andando ribera del Tajo hacia el oeste un poquito, que hay una terraza majísima para tomar una cervecita y tomar el sol, casi llegando a Cais do Sodré.

Después de comer, reposar, subir cuestas, etc, por la noche (bueno, a las ocho) salimos a buscar un lugar típico para comer. Seguimos las indicaciones del dueño del apartamento pero lo que nos recomendaba era caro y turis, y el que parecía más auténtico estaba cerrado por Pascua. 

Pero callejeando llegamos a...


Restaurante Palu's, en Calçada do Combro. Bueno, bueno, bueno, qué cosa más cuca. Es una pastelaria, que es una especie de colmado / cafetería / bar / restaurante todo junto. Chiquitín, con capacidad para unas 20 personas, cocina casera portuguesa.

 

Nos encantó. Los precios eran muy buenos, aunque ya sabes lo que pasa en Portugal: que te ponen un platito con aceitunas y si las tocas te lo cobran, igual con los quesos y el pan. Al final se nos subió un poco la cuenta.


Pero es que el Tx se enamoró del vino blanco Lezíria (a 1,49 en el hiper Continente) y nos pimplamos dos botellas.

Detalle del aliño de aceite y ajo para el pescado (bacalao, claro, el mío a la brasa). 

Vamos, que fue una cena auténtica, barata y en un ambiente muy local.

http://marcianosmx.com/wp-content/uploads/2010/11/snotty_kid.jpg

Al fondo de la barra había una máquina tragaperras de esas de echar 50 céntimos y que te salga una bolita con un regalo. Pues bien, es una especie de tómbola. Te sale una notita en la que va escrita un color. Luego te vas a la pared y miras el regalo que corresponde a tu color, que podía ser desde una chocolatina a una barra de un kilo de chocolate. Me tocó la chocolatina, claro.


Además, por si no fuera poco el tipiquismo, cuando estábamos cenando pasó la procesión. Y me gustó porque era como las del pueblo de mi abuelo: nada de quedarse a un lado a verla pasar: todos participaban e iban procesionando con los pasos.




 

La Verónica iba algo aburrida, eso sí.


Día 3: Seguimos de tipiquismos: Nos agarramos bien la cartera y cogemos el tranvía 28 hasta el castillo. A tope no, lo siguiente.


Vista al miraouro de Santa Lucia, a las Portas do Sol y subida al Castillo.


¡Un discreto urinario!

Cola inmunda para entrar al Castillo. Yo pensaba que se podía pasar gratis a los jardines y la muralla, pero no, ahora lo han metido en la entrada general de visita al castillo (8,50€). Pasamos y bajamos hacia Alfama.


Visita al teatro romano, unas ruinas pequeñitas que hay de camino.


Visita a la Sé, la catedral.

Volvemos a bajar a la Baixa.


Colores de Lisboa

Elevador de Santa Justa. No merece la pena esperar una cola tremenda y pagar 5 € por una subida de menos de un minuto de duración. Los guiris esperaban pacientemente. No, no es de Eiffel.


Fachada del Hotel Fráncfort.


Moda lisboeta.


Por la noche nos llevaron a un japonés buffet bastante apañado, Kikusushi. Reservando por una aplicación tipo El Tenedor, teníamos un 30% de descuento sobre carta. Y nos pusimos cerdas a un precio bastante apañado. La foto: makis de coco con pollo y salsa de fresa.

4º y último día: Autobús a Belém, a visitar el Mosteiro de los Jeronimos. Los domingos es gratis.


Y enfrente a sacarse las fotos típicas en el Pabellón de los Descubrimientos.



Y andando un poco más, la torre de Belém.
Que, como todo el mundo sabe, no es la auténtica. La original está en Parque Europa, en Torrejón de Ardoz (Madrid).

Y ya volvemos a nuestro querido apartamento a recoger las cosas y marcharnos.


El señor Chiado nos despide.

Y nosotros a descansar de tanto viaje.

http://cienciaes.com/ciencianuestra/2011/02/06/-por-que-los-mocos-son-verdes/


véase también
Ambiente Gay en Lisboa
Excursión de un día a Sintra


6 comentarios :

Anónimo dijo...

Mira qué bien lo cuenta... ¡qué jarte! Jajajaja.

Uys, qué monería el menino del móvil...

un-angel dijo...

¡Oleeee como mola el business! Me identifico con el Tx, ¡con lo que me gustan a mi esos coñases guays!
Y que fotos más chulas, me han servido para descubrir que de mi viaje a Portugal de hace tantos años no recuerdo casí nada ( claro que hace tanto tiempo que por aquel entonces había que andar esquivando los pterodáctilos ), solo la plaza del Comercio y también la visita a Belen y el monasterio de los Jerónimos.
Del elevador ese de Santa Justa también me acuerdo, pero no, yo tampoco subí...sí me acuerdo en cambio de haber comido casi todos los días en restaurantes pequeñitos muy parecidos al que ilustras, y por aquel entonces era todo ¡baratísimo!, ¿sigue siendo igual o se han puesto al nivel del resto de la CEE?
Besetes, Mochuelo

AdMiles dijo...

Yo voy a Lisboa en coche por razones obvias, tardaría más en llegar a Madrid a coger el avión, y suelo pagar sólo una noche de parking, por cierto que hay bastante disparidad de precios, porque al menos durante los fines de semana es relativamente sencillo aparcar por el centro.

Luckitas dijo...

Me gusto tu descripción aunque me cuesta bastante entender tus 'giros' idiomáticos (será porque vivo allende a los mares...???)

Igualmente tus recorridos me sirvieron para saber qué lugares visitar en la antigua Lisboa en mi próximo viaje al Viejo Continente.

Besos!

PasaElMocho dijo...

Gracias Lucky. Perdona por los giros idiomáticos, es mi forma de hablar. Esto es un blog y no una guía de viajes. Y si te ha servido de algo... ¡fantástico!

Javi dijo...

Me encanta Lisboa y me ha encantado tu relato. Solamente discrepo del elevedor de Santa Justa, porque cuando te subes no sólo te lleva al bairro alto, sino que es una experiencia en sí, es como meterse dentro de la máquina del tiempo, 100% recomendable. Cualquier fin de semana del resto del año se puede subir sin esperar más de 5 minutos.
Con respecto al business merece el esfuerzo para viajes de larga duración allende los mares o las europas, por la sala VIP en sí ( es otra y sí merece la pena) y por la clase business en un avión grande que sí que la diferencia merece la pena los eurillos o avios de más.

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