Comunión Style

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Mayo es el mes de las comuniones. Y este año fuimos invitados a la de la hija de una prima. Arrrrghhh, menudo marrón.

A ver, a mí me revientan muchísimo este tipo de celebraciones con toda la parafernalia que conllevan, y me habría sido muy fácil declinar la invitación, pero es que si no voy no veo a mis primos en años, y aunque cada uno vayamos ya por nuestro lado y tengamos muy poco en común, oye, hace ilu verlos de tarde en tarde.


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Por el tema estrictamente religioso la verdad es que con la edad me he vuelto un descreído total. No creo en dioses ni amigos imaginarios, no necesito que haya un ser superior para justificar ni la existencia del mundo ni la mía propia. Y ya si nos metemos en berenjenales de ritos, comuniones, iglesias, pecados y expiaciones, directamente ni me lo planteo: que hagan lo que quieran, para mí entrar en una iglesia es un acto social, me comporto lo más correctamente posible y el poso que deja en mí es cero. Eso sí, qué listos son los de la Iglesia Católica metiéndoles sus creencias a los niños en la edad en la que están más receptivos, cuando ya empiezan a razonar y cuestionarse cosas. Toma, zasca, tres años de catequesis.



Y luego está el asunto peliagudo de la celebración y el convite, que tiene su guasa, ni que fuera una boda. Qué lejos quedaron los tiempos en los que la comunión se celebraba con un desayuno (o merienda) con la familia más íntima. Ahora hay comida con banquete. Vale, muy bien, pero claro, ¡se espera un regalo compensatorio! ¡Y ya hemos pasado la época de los relojes, los mp3 y las cámaras de fotos, regalos para "niños mayores"! Ahora ya todos tiene tablets y smartphones, así que el asunto tecnología, descartado. Mi tía apareció diciendo que la niña prefería dinero para abrirse su primera "cartillita" (así, en diminutivo, para que parezca menos atraco). Pero joder, a mí lo de regalar dinero a un niño no me hace nada de gracia. Además que los que lo necesitarán serán los padres para pagar el dispendio. El caso es que, al ser niña, solucioné el tema regalo comprándole una pulsera y unos pendientes monísimos con unos adornos de perritos. Y con ticket regalo del Cortinglés, por si quería devolverlos. A la niña le encantó, a la madre no tanto.


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Pues ni que decir tiene que allí estábamos Tx y yo los dos de bonito para encima hacer de "parejita ideal" delante de familia que no es la cercana y de una niña a la que habré visto un par de veces en mi vida (y en la suya, claro). Nos comportamos decentemente, aún escapándonos de la misa en uno de esos movimientos de levantarse y sentarse, con la excusa de ir "a ver el coche", pero es que ya estábamos hartos de jugar al Toilet Time en el móvil. Y oye, que la misa duró más de una hora.


Pero para qué te estoy soltando todo este rollo, me dirás. En efecto, es algo que no le interesa a nadie. Peeeeeeeero es que tanto a Tx y a mí nos llamó la atención algo: la diferencia de estilismos que había en esta comunión y la otra a la que fuimos el año pasado.

Primero, los niños:
El año pasado iban todos de almirante, en la del otro día los dos niños que había (¿por qué será que en las comuniones hay más niñas que niños?) iban con una chaquetita azul marino de punto y punto pelota.
Y con las niñas lo mismo: en la anterior iban todas de princesa Disney y/o tarta de boda. Y en esta eran todas mucho más sencillas. De hecho nos fijamos en una que iba con un vestidito corto de lino color crudo que se podría poner para cualquier otro día, y el único detalle "llamativo" era una diadema de flores. Muy normal.


Luego, las mamás:
Aquí no variaban mucho: modelito comprado en "Modas Mayka 2" de colores fuertes, taconazo y pelo de peluquería recién teñido.

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Tercero, papás y acompañantes masculinos:
Porque todo el mundo sabe que los papás, antes de estropearse definitivamente, pueden estar muy potentorros. Nada que destacar, salvo un papi que se parecía al tenista Dimitrov y algún otro marcando paquete con el pantalón de traje que se lo pone una vez al año y ya le viene un poco justo.


Y ahora lo jugoso:
Jovencitos.
Porque en las comuniones se da mucha reunión de hermanos, primos y familia aledaña, con lo que hay gran afluencia de chiquejos y chiquillas rondando la adolescencia que van muy graciosos, porque quieren ir vestidos de mayores pero no dan la edad.

¿Y con qué nos encontramos en ambas dos?
En ellos, con todo un repertorio de gafas de sol de espejo de colores, con camisas llamativísimas, corbatas que les sientan como una patada, trajes enormes y estilismos capilares modelo Cristiano Ronaldo. Un número.

 

¿Y ellas?
La diferencia entre "una chica moderna" y "la guarrilla de la esquina" es tan sutil que se confunden ambos términos. Una pregunta, niñas: ¿para qué os empeñáis en llevar fadas tan cortas si luego os pasáis el día estirándolas hacia abajo para que tapen más? Porque aquello sería el paraíso de Manolos Escobares y Alfredos Landa: todas con minifalda. Y enseñando pechuga, que es mayo y ya hace buen tiempo.


Vamos, que lo pasamos muy bien, comimos como ceporros, nos comportamos de manera supercivilizada y nos fuimos de los primeros para que pudieran rajar de nosotros. Y, lo mejor de todo de las comuniones... ¡no hay baile!




6 comentarios :

Anónimo dijo...

Me encantan tus crónicas sociales, auténticas discecciones de la cotidianidad salpicadas con chulangos leñadores. No se puede pedir mas. Tonially

Mocho dijo...

Gracias mañico

Unknown dijo...

Las comuniones son pequeñas bodas. Ojalá tengas razón y sean ya más normales. O aún mejor, que desaparezcan.

Sufur dijo...

A mi lo del adoctrinamiento infantil religioso me produce bastantes repeluznos. Y qué bien se lo pasa Leo Forte.

un-angel dijo...

Que tiempos aquellos en que la comunión se celebraba con tortillas de patata y botellas de refrescos en casa del homenajeado...y es verdad, que descreídos nos volvemos con la edad, ufff.
A mi los papás potentes con traje y corbata marcando paquetorro me hubieran alegrao la comunión,jajaja...suerte que este año no tengo ninguna!

MEG dijo...

Perdona bonita, pero no habrá baile en las comuniones de tu familia. En las de la familia de Mr. Osako, sí las hay, con un "conjunto" de órgano y voz, cantando los éxitos de ayer, hoy y siempre.

A la última comunión que fue, el niño, un cabeza cuadrada seguidor del Real Madrid, nos puso cara de asco porque le regalamos "El hobbit" y 50 euros. Pero es que me jodía mucho regalarle algo más caro o darle más dinero. Y nos juntamos 100 en la celebración (yo recuerdo que en la mía éramos 38).

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