La Polinesia Meridional, nuevo disco de La Casa Azul. Mi primera escucha


Reconozco que no puedo ser imparcial con La Casa Azul. Conocí el grupo (¿o debería decir el proyecto?) en 1999 gracias al disco Elefantdiez que venía en verano con la revista RockdeLuxe, aunque no fue hasta principios del año siguiente cuando empecé a hacer mucho caso a ese cedé. El tan temido efecto 2000 que se iba a cargar todos nuestros ordenadores e implantar el caos en el mundo a mí me trajo que mi novio, después de casi cuatro años, decidiera que necesitaba putear y me dejara por un señor.

El año 2000 fue difícil, sí. Y además ese verano los amigos con los que solía irme de vacaciones ya se habían organizado las suyas y me quedé más colgado que una paraguaya.

Y una de las cosas en las que me refugié (aparte de probar también eso de “ser puta”) fue en mis musiquillas: que si mis operitas, mis rarezas, mi vena pop… Fue una época de oro para compartir música. No de la manera que se hace ahora que te cuelgan el disco en mediafire a la hora de que haya salido a la venta, no. Era una época de compartir de verdad: en el Napster y el AudioGalaxy te juntabas con tus amigos e intercambiabas canciones, y te daba tiempo a disfrutarlas, que un mp3 podía tardar tranquilamente 20 minutos en bajarse. Fue la era de la revelación del tontipop, de ir a un concierto y descubrir de teloneros a Chico y Chica, de fijarme en las referencias de Subterfuge, de que se inaugurara el Ocho y Medio, de encontrar fantásticas las canciones de Austrohúngaro, y, cómo no, de recibir la bocanada de auténtico POP que era Elefant Records y LA CASA AZUL.


Sólo conocía la maqueta de “Cerca de Shibuya”, cuya subida de tono en el último estribillo “a lo eurovisivo” me volvía loco, y no me fue difícil localizar otras maquetas más, pero ahí se acababa todo. ¿Quiénes eran? ¿Por qué no tenían disco? ¿Por qué no encontraba nada de información de ese grupo?

Algo de luz se hizo cuando salió “El sonido efervescente de La Casa Azul”, ese minicd que es una auténtica maravilla y que me convirtió en fan desde ya. ¡Cómo puede sentirse uno tan “happy” oyendo una letra que dice “No sé si sabes que ya no te quiero, que ni siquiera te echo de menos”! Pero seguía siendo algo misterioso sólo para los muy enterados: ni conciertos, ni fotos, ni na de na.

A partir de “Tan simple como el amor” la cosa es más conocida: aparición de los cinco “androides” en televisión, videoclips, mis primeros conciertos en bares enanos y temazos como “El sol no brillará nunca más” que nos hacían botar hasta la extenuación.


Esperado fue el lanzamiento de “La Revolución Sexual”. Por cierto, que ese verano (¿era 2007?) la pusieron una noche en El Elástico como primicia. Si se entera alguno de esos pesadísimos autodenominados eurofans obsesionados con Anabel Conde, las divas tipo Coral de melena+ventilador y las aburridas baladas de J.M. Purón de que la canción fue difundida en público antes de la fecha tope para la preselección eurovisiva, menuda la hubieran armado.

La Revolución fue la popularización de LCA. Los más modernosdemierda se ofuscaron: ya no era un grupo para minorías, ya se sabía que no cantaban los chicos sino Guille Milkyway, los conciertos pasaban de locales pequeños al bochinche de la Joy Eslava, la gira lo llevó a festivales en los que movilizó masas. Y surgieron los primeros anti LCA. Pero yo seguí siendo fan porque, si te gusta un grupo, ¿qué tipo de egoísmo y esnobismo es el que te lleva a creer que deja de ser bueno sólo porque gusta a un mayor espectro de público? Tontas.


Pero hace un año “Todas tus amigas” me dejó un poco plof. Por primera vez me pasaba que me parecía una canción ya oída. No era que se distinguiera el estilo y sello de LCA, es que era como un refrito de La revolución sexual con Esta noche todas cantan para mí. Sí, vale, me gustaba, pero para mí pasó sin pena ni gloria. Un pichís pichás. ¿Qué era lo que nos depararía La Casa Azul para el disco prometido para principios de 2011?


Pues no lo sabremos, porque ha tardado casi un año en hacer el lanzamiento. ¿Ha estado retocándolo en estos meses? El caso es que por fin el lunes por la mañana llegó la cartera a mi oficina preguntando por mí para dejarme “La Polinesia meridional”, junto a una entrada para la launch party de dentro de dos semanas. Ventajas de pedirlo vía web, que si no fui el primero poco me faltaría.

¿Y qué me encuentro? Pues lo primero una lata metálica como las antiguas de cigarrillos. No, esas no, las de mi abuelo, las que usaba yo luego para guardar canicas, papelitos y otras mierdecillas cuando era un crío. Y lo segundo, que no puedo escucharlo hasta las siete de la tarde que lo ponga en el coche, AAARGHHHH. Pero ya lo he escuchado, sí.

Lo primero que me sorprende es el rollo early 70’s que destila, sobre todo sonido Philadelphia y el sinfonismo de la ELO. Como bien dice la wikipedia: exuberantes arreglos orquestales, cuerdas y profusión de viento. Todo mezclado con los clásicos arreglos electrónicos made in la casa. Es un disco no ya sobreproducido, sino requeteproducido. Y con retazos Spector, Ramones…

¿Continuismo con La Revolución? Pues no, porque aunque se note la marca Milkyway, veo el disco unitario e independiente al anterior. Y ahí le veo yo la pega al disco: no es “lo mismo de siempre”, pero escuchado de una tirada todas las canciones suenan demasiado iguales unas a otras. Es un disco que escuchado con pausas gana mucho.


Porque hay temotos temotos, y desde la primera escucha uno se queda enganchado a canciones como “¿Qué se siente al ser tan joven?”, “Sucumbir” o la que para mí es la más de lo más: “Colisión Inminente (Red Lights, red lights)”, con ese “¡cucha!” que me tiene enamorado. ¿Qué es lo que dice?

Como viene siendo habitual, Guille juega a “a ver si puedo meter siete palabras más en esta frase”, provocando que haya que estar muy atento para no perderse en las letras, pero también con el atractivo añadido de que son canciones con letras muy curradas.

Pero ya lo he dicho siempre, Guille Milkyway es como Montserrat Caballé: cuando sube al agudo no se le entiende ni papa. Y además como es tan tímido, parece que quiere esconder su voz. Es lo que menos me gusta de este disco: el tratamiento de la voz: es como si hubieran ensuciado el sonido a propósito para difuminarla.

No creo que se pueda poner en duda la habilidad melódica de Guille Milkyway, ni su facilidad para crear canciones pegadizas con ritmos que te hacen levantar de la silla o dar golpes con los pies. “La Polinesia Meridional” es un disco lleno de grandes temas, que encandilará a los fans y sorprenderá a los que no lo son. No me gusta que todo suene tan parecido y me revienta que la voz suene tan camuflada, pero las canciones, el POP en mayúsculas, la maestría están ahí, y ha sido sólo una primera escucha.

Y sigo sonriendo y siendo fan.

8 comentarios :

DesPOP dijo...

Me ha encantado el post, me he sentido super identificado.

Y el cucha que dice en Red Lights es Watch Out

Mocho dijo...

Gracias.
Weno, de Cucha a Watch out no hay mucha diferencia, ¿no? :)))

Ocnebius dijo...

Lo he escuchado esta mañana por Spotify en plan Homelesschic y me ha gustado. Estoy de acuerdo contigo: las canciones muy parecidas si las escuchas de un tirón y letras tan curradas como siempre. Sigo siendo fan, pero debo volver a escuchar canción con canción, ahora que me he quitado el mono.
Genial post!
Un abrazote.

peritoni dijo...

Escuchado anoche "por encima", y ya soy moderna spotifai y lo volveré a escuchar.
Y dice Cucha!;-))
Por cierto que no sé cómo va a cantar esta en directo: sube mucho y sabemos que Guille se queda medio afónico en los directos.
Por lo demás, en principio, me gusta que en el fondo sea siendo lo mismo.
Más Filadelfia, más casi sinfónico y esos toques ELO que tú dices.
Seguimos siendo fan.
Ay, el efezto dos mil...
BSS.

MM de planetamurciano dijo...

A mí lo más interesante de este post es lo de probar "ser puta". Como si eso no se llevara ya en la sangre de nacimiento...

Sufur dijo...

Gracias, saleroso!

Totalmente a favor de eso de por qué va a dejar de gustarte algo que te gusta, solo porque le guste al resto del Planeta Tierra. Faltaría más

Unknown dijo...

La asociación de bloggers malenis le ha concedido un premio, un curso para hacer cupcakes. Pase por mi blog a recogerlo.

Mocho dijo...

Me he pasado y no he visto el curso, pero ya he dejado mensaje, y es que tanto TX como yo somos MUY MALENIS. De hecho, él piensa hacer macarons.

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