Natiabascaleando en el límite del massieleo. Las crónicas del Orgullo Chico.

 
Sinceramente, queridas, puedo decir que las de 2016 han sido las mejores Fiestas de La Paloma que he vivido en años.

En primer lugar, se notó mucho que el día 15 cayó en lunes. Eso hizo que Madrid se vaciara de gente mucho más que otras veces. Y, aunque todo el mundo estuviera concentrado en La Latina, se podía circular tranquilamente sin los apelotonamientos de otros años. Fantástico.

En segundo lugar no tuvimos que hacer de guías turísticos más que lo imprescindible (véase más adelante), con lo que NO pisamos zonas horrendas como las Vistillas (reducto de heteros de botellón y tercera edad disfrazada de chulaponerío) o la Carrera de San Francisco con sus tómbolas y churros.

Tampoco hubo obligación de hacerle probar a nadie un horroroso bocadillo de gallinejas.


Y en tercer lugar... porque tanto nuestros amigos como nosotros somos absolutamente encantadores y simpáticos, y nos lo pasamos muy bien sólo con encontrarnos. ¿O no?

También influyó que, de los cuatro días que se podía ir a la verbena, fuimos sólo dos, que si no ya es cansino.

El primero quedamos en La Latina donde el Teatro de Lina Morgan y fuimos directos a La Parrala, en la calle Humilladero. Naaaaa, muy poca gente, ¿han cambiado los dueños? Nos pareció ver un cambio de decoración y no conocíamos a los camareros. Allí pusimos en práctica uno de los objetivos de esta Paloma: NADA DE LIMONÁ. Que al final sabe a aguachirli. Mejor cerveza (o, directamente, copa).

Sí, había un reducto de chulanganerío, una chulapa retransgénero y buena música, pero se notaba que llegamos algo pronto y faltaba ambientillo. Hasta que lo vimos.


Él, 25 musculosos años enfundados en una camiseta de tirantes, dentadura perfecta, ojos azulísimos y un hairdo divino. Vamos, para raptarlo, venderlo en el mercado de esclavos (o en la Sauna Príncipe) y que la venta te saque de un apurillo. Porque estaba solo y trasteando con el móvil. Sólo había dos opciones: o estaba cazando pokémones o con el Grindr. Una vuelta a su alrededor y se confirmó la segunda opción.

Así que le entramos, nos presentamos, las pasamos PUTAS porque aunque uno presuma de hablar algo de inglés, el acento texano es imposible y se vino con nosotros "a lucirme y a ver la verbena y..." Si es que somos unos encantos, no digas que no, ¡adoptamos un yankee solitario!

Quien, por cierto, se lo pasó teta con el grupo y subió una foto a IG agradeciendo que los madrileños seamos tan hospitalarios. Luego ya se quejaría en silencio de las veces que le tocaron el culo "sin querer", pero eso yo aquí no lo cuento, ni cuando le preguntaron que si era top o bottom y dudaron de la veracidad de su respuesta. ¡Hace falta ser mala bicha!

Total que con americanito adoptado y grupo que de numeroso parecíamos una excursión del Imserso, nos apostamos en Calatrava con Mediodía Chica, enfrente de La Sixta, después de un minitour turístico. Total, daba igual, a ver cómo le explicábamos qué era eso del chotis y por qué la paloma es un ave y es una virgen. Iconografía católica.


Pues eso, la esquina de la Sixta. El territorio oficial del Orgullo Chico de Madrid. Que vete tú a Chueca en estos días, no hay nadie. Están fumigando. Mmmmm, para la noche que había poca gente bien, pero el segundo día que aquello estaba petado, mejor no.

Porque nuestro querido ayuntamiento ha decidio poner urinarios. Me parece bien, así se evitan escenas hilarantes como las de aquel par de señoras chapoteando con las chanclas en un charco agradeciendo que hubieran regado y salieron pegando gritos espantadas cuando dieron la vuelta a la esquina y vieron qué fluidos corporales formaban ese charco tan fresquito.

Pero los ha puesto en Mediodía Chica, casi en la esquina. Y eso hace que a medida que avance la noche el olor a pises se haga un poquito inaguantable. De todas formas, ese cruce sigue siendo donde más guapura se puede encontrar uno. 


Y donde te encuentras a todo quisqui, que me entró un complejo reinasofía de tanto saludar que ni te cuento. Pero me hizo mucha ilu saludaros a todosssssss. ¡Hola Flannyyyyy! Además, más de uno me dijo que me había leído y se había pasado por la esquina a saludar. Porque hay gente que es un cielo. Y gente que no, claro, porque también hubo su momento Mr. Scrooge con el fantasma de las navidades pasadas al que no te apetece saludar pero lo haces por cortesía. Pero me encantan también las malas bichas, es que son tannnnn previsibles que sabes que con treinta segundos de conversación van a soltar alguna cuchillada. Adorables.

Y la música no estuvo mal. Las pachangadas de siempre con alguna sorpresa como Ojete Calor. ¡Dos puntos!


Segunda noche en la Verbena.
Ya fuimos sin la maripandi sino con unos amigos de amigos de fuera que se juntaron con más amigos de más afuera. O sea, que de verbena con una panda de cuasidesconocidos con los que sufrimos el sablazo de intentar comer. Bueno, los bocatas de calamares ¡a 5 euracos! fueron la solución. Se nos quejaron de que la limoná no sabe a na. Con razón. Ni la sangría color líquidomenstrual. Yo les dije que cerveza o copa. Y, por supuesto, mini. Que síiiii, que en Madrid al vaso de litro lo llamamos miniiii, no cachiiiii. Pesaos.

Y aquí empezó ya mi pequeño drama.
Porque nuestra esquina olía a meaos y porque las autonomicas se me quejaban del alto coste de las consumiciones. ¡Como si yo pusiera los precios! Pues nada, avanzando unos metros por Calatrava se llegaba a un nuevo bar llamado Zaska, que es donde antes estaba The Paw. Y en su barra las cervezas costaban un euro menos y las copas dos. Muy rata, me dirás. Pero... ¡qué coño! Eso es un 20% menos que lo de otros bares.




Así que como Tx llevaba el coche y no bebía, yo era el encargado de acercarme a por la bebida desde la Sixta al Zaska. Y vuelta. Y, claro, si te pides dos minis de cubata y tu novio no bebe... ¿a quién le acaba afectando?????

Que en el pasacalle paquí pallá con niveles etílicos crecientes me puse a decir "guapo" a todo aquel que me mantenía la mirada más de dos décimas de segundo. Divertidísimo, porque la gran mayoría sonreían a la OBK (osa borracha kállate) que les soltaba piropos. Y las autonómicas alucinando porque en sus ciudades de procedencia sólo hablan con los de su cuadrilla. 



Pero yo no. Yo era como Nati Abascal. Muy humana y quería a todo el mundo. Cuando al día siguiente un amigo a quien saludé me dijo que había estado "muy divertido" me temí lo peor, pero considerando que Tx no me echó ninguna bronca y que los allí presentes me confirmaron que no estaba en estado lamentable, se puede decir que estuve chisposo pero en el límite del massieleo. No me caía por las ventanas, vamos.

Durante los paseos pude ver dónde se iba ubicando el mariconerío: el grueso, donde estábamos nosotros, entre el Typical Spanish, la Bámbola y la Sixta. Los que comían, en el Mesón La Paloma. Y los más guapos en la acera de El Perla. Sí señor, menudos ejemplares. Las osas que no estaban en la kedadadekadente de Torroles parecía que se habían recluído en la barra de la Feúcha (no offense) y también había buen ganado en la esquina de Calatrava con Paloma. Mucho hispter y camisa de piñas, jodera, ya os vale.



Además, hice amigos en el Zaska, que es un bar de esos de entrar y desnudarse. El camarero se empeñó en que tenía que visitarlo, y me hizo un recorrido por el interior. Es pequeñillo y está decorado "a la madrileña", es decir, todo negro. Arriba la barra y un sling y abajo pues no me acuerdo muy bien, pero había meaderos y ducha. Vamos, como un apartamento de AirBnB.

Y luego me saqué una foto con las dos inmensas tetas de Chumina Power.



Finalmente trasladamos el campamento a la barra del Zaska y allí estuvimso bailando casi hasta que cortaron la música. Y digo casi porque un heterogrupo se nos juntó, y en cuanto me vi hablando con una chica "de mi edad" de que yo vi la película "Por fin ya es viernes" en el cine Roma de la Plaza de la República Dominicana porque estaba sonando Last Dance de Donna Summer mientras ella me decía que el que estaba a su lado era su hijo y que no se me ocurriera tirarle los trastos porque la novia andaba por ahí, y Tx me miraba horrorizado porque otra chica le contaba sus primeras experiencias lésbicas que no cuajaron... nos piramos, dejándoles a los autonómicos el marrón. Además, nada mejor que una despedida en plan fabulosos, saludando con el brazo entero en una ola para no tener que estar con mil besos. Nada, diez segundos.

Volvimos a casa, San Ibuprofeno que te crió y oye, al día siguiente sin resaca. Así que, mis queridas malas lenguas whatsapperas, no fue para tanto. ¡Brujas!

Que sí, que nos lo pasamos teta, y que le recomiendo a todo el mundo que se pase por esa apoteosis de Maricasticismo que son las Fiestas de la Paloma.

10 comentarios :

desgayficando dijo...

Toda esta crónica carece de verosimilitud desde el momento que te metes con el bocata de gallinejas, que cosa más rica por favor.
Por lo demás, como te lo pasas, algunos en kedadasdekadentes y otros ligandose a americanitos y simulando que no saben lo que es el zaska .... ejem, ejem

PasaElMocho dijo...

¿Te gustan las gallinejas? ¿En serio? Ahora me explico varias cosas.
Anda que no voy a saber yo lo que es el Zaska, que estoy muy informado, reina, pero por dentro no lo había pisado.

Unknown dijo...

¡Vosotros sí que sabéis correros una buena juerga! Yo estoy tan fuera del fiesterío que me hablas de esos sitios y no tengo ni idea. Del Zaska sí, porque probablemente el camarero que te debió de hablar me sigue en Twitter y yo a él. jejeje.

Y, por cierto, ¿A qué saben las gallinejas? Nunca he comido de eso.

Christian Ingebrethsen dijo...

El sábado estuve por ahí porque tenía un cumpleaños y el homenajeado quería aprovechar que venían unos amigos suyos de fuera para que vieran aquello.

Ahora también te digo una cosa, nadie monta una fiesta como los vascos, precisamente ahora está la Semana Grande de San Sebastián y para haber llegado ayer ya tengo anécdotas que contar en un post.

Mocho dijo...

Ah pues cuente, Christian, cuente.
Denis, las gallinejas son tripas fritas. El sabor es... indescriptible.

DiegoC dijo...

Este año me abstuve: elegí fin de semana con los papis,hermanos y,sobre todo,sobrina en La Manga.Qué quieres,Mocho,es la única que tengo...

Anónimo dijo...

Ahora me dejas con la intriga: ¿Cómo es el Zaska? =)

David dijo...

¿Así que cometéis la originalidad de poneros de fiesta un 15 de agosto? Como en mi pueblo...

Anónimo dijo...

Otro sí a favor de las gallinejas. Otro sí al atraco a mano armada que es cenar y beber algo en la Paloma. Otro sí al nivel de guaperío de los policías que había en las bicis de San Francisco, el Grande.

Nosotros, cosa rara, pululamos el sábado con autóctonos por Vistilas (la música ochentera enlatada lo mejor; luego un ¿concierto? lamentable hizo añorar el concurso de gritos), plaza de la Paja, etc. Hasta que no soportamos más la música de orquesta Rúbricas, de Valencia (mnuy castiza), única en su especie: sonaba la música sin tocarlo... Lo pasamos bien.

un-angel dijo...

Huy pero si cada pecho de Chumina Power es como un Mochuelillo jajaja. Me encantan las Mocho-chronicals trate de lo que trate el tema, pero lo del bocadillo de gallinejas es que-es que-es que...¿pero eso se come en otros sitios aparte de Madrid?...ainsss que cosina me da.
Besos Mochez.

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