Pues fui a ver a Las Bistecs


Hola, ¿eres una moderna-de-mierda?
¿Entonces cómo es que no estuviste en el concierto de Las Bistecs?

Ay, chica, me hago mayor.
Resulta que hace MESES mi amiga la Kety de Valdepeñas me mandó un Whatsapp diciéndome que si me apuntaba a un concierto de Las Bistecs en el Ocho y Medio... allá por mayo.
Y yo dije que por mí vale, pero sin pensármelo mucho.

Y un mes antes del evento se me ocurrió escuchar en el Spotify el disco de las susodichas, que yo sólo conocía las clásicas Historia del Arte y Señoras Bien



En qué horita.
Claro que también hay que reconocer que el sonido electrodisgusting de Las Bistecs no es lo más apropiado para una sesión de cardio mezclada con rutina de máquinas (hay que bajar esa fofez, Mocho) en el gimnasio #yonodigogym.
Porque...
MENUDA BASURA.

Básicamente es sonido electrónico con voces que hablan, recitan las canciones.
¿Ingenioso, novedoso?
No, eso ya lo hacían Les Biscuits Salés hace casi veinte años.


Aquí podemos aducir que las letras están curradas y se atisba una cierta provocación sociopoliticocultural que les aporta valor añadido, pero lo que te digo, para mí, en camiseta transpirable y mallas, un bodrio.

Total que en llegando la fecha del "concierto" ofrecí mi entrada a todos los amiguitos posibles, pero oh, calamidad, nadie podía/quería ir. Me temía lo peor.



Y lo que me dejó loco fue que las entradas ¡estaban agotadas desde hacía meses! 
¡Pero bueno!
Llegué a la sala But con tiempo, que había que aparcar, dejé el coche ¡en la primera vuelta! en la calle de atrás (oh, cielos, justo en la puerta de la sauna) y me compré un minibotellín de Brugal de esos que venden ahora en los chinos por dos euros y una bebida de redbullina para a) ir animado y b) no dormirme. Que me conozco.

Y me puse en la cola.
Whatsapp: Oye, venid ya, que parezco el que ha venido a traerles la merienda a todos estos niñatos.
Es que, de verdad, ya me estaba esperando yo que apareciera cualquiera de mis múltiples sobrinas, que sé que van a esos sitios. Menos mal que la mayor, que es la supuestamente más indie, ahora se ha echado un novio pijo y los pijos "ahí no van".



El público en la cola, y posteriormente en la sala, estaba compuesto fundamentalmente de niñatos veinteañeros con tupé, barba hipster, muy delgados y vestidos todos con pantalones de pitillo y camisetas que parecen pijamas, así con dibujitos. También alguna mamarrachería excéntrica como mallas brillantes y gafas de sol ultragigantescas. Sí, le sacaba un cuarto de siglo de media al 90% de los asistentes, menos mal que alguna cara marica conocida "de los de toda la vida" me aliviaba algo.

Llegaron la Kety y La Calva y entramos, nos hicimos fuertes en la zona de mesas encima de un escalón y de ahí ya no hubo quien nos moviera en toda la noche.



Primero actuó un telonero, ¿Borque? Sí, creo que se hacía llamar así. Otro ultradelgado con una chaqueta muy vistosa que cantaba canciones con bases ochenteras. Al final arrojó condones al público. No estuvo mal pero la verdad no lo conocía ni me interesó mucho.

Y finalmente aparecieron ellas, Las Bistecs, para delirio del público asistente. Sí, la disco estaba hasta la bola. Y a mí me acojona, porque con las escaleras que tiene esa sala siempre me ha parecido una ratonera peligrosa. En fin.



Lo dicho, me temía lo peor.
Y mira, no.
Resulta que las señoras Bistecs tienen un directo muy potente.
El sonido es limpio, ellas recitan y bailan sin parar y lo dan todo. Porque empezaron fortísimo y ya nos pensábamos que a las dos canciones iban a estar agotadas, con flato y echando el bofe. Pero nada de eso. Ahí a tope durante la hora y pico que estuvieron actuando.
Apoyadas con visuales y un par de colchonetas (una de un biestc gigante y otra de una columna griega -romana, son todas humanas-) las canciones ganan mucho en directo.
De hecho, las tías se montan una pedazo de fiesta en escena que contagia a todo el mundo.
Porque el público, claro, entregado.
¡Y nosotros también!

 
Además, pese al tufo reivindicativo/borde y de "somos-las-más" que aparentan, nada de eso, las tías tienen un saber estar y un saber comunicar en el escenario verdaderamente loable. Son graciosas sin ser graciosillas y bordes sin llegar al postureo despreciativo. Un momento muy bueno fue cuando pidieron a un par de personas del público que subieran a sujetarles las hojas en las que habían escrito la letra de una canción la noche anterior. Subió el típico borracho pasado de vueltas que pasaba de todo. A los pocos segundos la bistec morena lo caló y lo mandó a la mierda (ayudado por el de seguridad, claro).
Otro momento "mágico" (como de las noches mágicas de Cantora) fue cuando terminaron y el público pidió bises. ¿Y cómo lo pidió? Cantando una de las canciones: "Tengo un problema, tengo un problema". Muy divertido.



En fin, que sonaron bien (ni puto caso al sonido de los vídeos, es cosa de grabarlos con un móvil, selular selular) , que me lo pasé bien y que de vez en cuando está bien rodearse de juventud ¡a pesar de que a algunos no les debería haber dado tiempo a pasarse por casa antes y soltaban un olor a sobaquina ajqueroso! Cómo son estos posadolescentes, las hormonas y tal.

Y hasta me sentí superexclusivo por haber asistido a un concierto con las entradas agotadas. O sea, por favor. Luego sé que la Kety y yo anduvimos por Chueca, pero no me preguntes detalles porque no me acuerdo (la calva se había ido, que a las doce se le convierte el chocho en sandía como a Cenicienta). 

Ah, para los que se las perdieron, Las Bistecs VUELVEN para el Orgullo, el día 30, en la misma sala y a las 23:55, en horario nocturno, para las más canallas. O sea, las mismas.


2 comentarios :

Anónimo dijo...

Geniales las tipas estas, yo me parto la caja con ellas.
Por cierto, el inicio de la entrada me ha recordado (no se si a propósito o no) a:
https://www.youtube.com/watch?v=3Ydfa_RhIPE

Mocho dijo...

Evidentemente, Putilatex es siempre inspiración

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