Boy meets boy (ii)

 
Este año hemos vuelto a ir a Londres en diciembre.

Qué afán, pensarás, pero si ya el año pasado nos diste la paliza con tu viajecito.

En efecto, querida, pero esta vez, al contrario que otras, íbamos TX y yo solos a casa de unos amigos que viven allí, y como el tema turístico está ya más que trillado, íbamos a ir en plan relajado.

¿Relajado? ¡Los cojones!
Al final no sé cómo lo hacemos que nos tiramos el día a matacaballo corriendo de un lado a otro. Pero la culpa no es nuestra, es que hacen las ciudades muy grandes.

Y estaba yo en Madrid unos días antes viendo qué hacer y qué dejar de hacer en nuestro viaje cuando, por casualidad, no te creas, que yo no..., bueno, eso, acabé mirando una revista online de información para hombres que gustan de otros hombres llamada QX MAGAZINE (cuya app qx london recomiendo a quien vaya a viajar allí).

¿Y con qué me encuentro?
Con esto:


Espera... ¿Boy meets boy? ¿De Bill Solly? ¿Uno de mis musicales favoritos? ¿El de 1975? ¿El musical al que dediqué una entrada en este blog hace seis años????

¿Que se está representando en Londres justo en las fechas en las que voy?

¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHH!!!

Correo inmediato: Yunza, cielo, me da igual quién me acompañe y quién no. Este musical es una auténtica rareza, es probablemente su estreno en Europa y a España no va a llegar ni de coña. O sea que yo voy.

Y Yunza me dijo que OK pero que no cogiera las entradas, que no iba a haber problema porque los teatros están muy mal allí. Y que se venía su amigo patatín con su amigo tirulín y bla bla bla.

Así que yo más contento que unas castañuelas porque por fin iba a ver una representación de este musical.


Y llegamos allí, y no cogemos las entradas porque nosequién está pendiente de que nosecuantitos venga, y además hay que colocar a TX (que no quería ir) con Yunza's husband y tal y cual. Al final decidimos sacar entradas para el jueves por la noche.

ZAS, en toda la cara. Que está completamente SOLD OUT, o sea, vendido, y que ese fin de semana no había nada hasta el domingo matiné a las tres de la tarde. ¿A las tres saliendo el vuelo a las ocho? Imposible.

Se me quedó la cara más funesta del mundo. Y me dije: qué cojones, el teatro está a un paso, si voy corriendo lo mismo llego a la matiné del jueves.

Y señores, señoras, dejé a TX solo solito en Oxford Circus con mi móvil (porque oh genialidades de la técnica, él se acaba de cambiar de compañía de teléfono, no tenía activado el roaming y tenía que quedar con el resto de la gente) Y fui corriendo, literalmente, todo Regent Street hasta el Jermyn Street Theatre, cerca de Picadilly.


Bah, si no es para tanto, 950 metros, me dirás. ¿Que no, hija de puta? Corriendo por entre las hordas de gente haciendo sus compras navideñas y volviéndome loco mirando a un lado y a otro de la calle porque nunca sabes por dónde te vienen los coches en esta puta ciudad?

Total que hay que reconocer que lo del gimnasio ha valido para algo. Llegué sin flato y aguantando el tipo hasta el teatro a las 15:32. Y pregunté si podía entrar.

Los cojones, bonita, que me vino a decir la taquillera. Tenemos una política muy estricta respecto a gente que llega tarde (latecomers). ¡Pero si pasan sólo dos minutos de y media! Pero es que, ahhh, ha empezado a las tres. Nueva decepción.

¿Y no quedará nada, absolutamente nada, de aquí al sábado por la noche?
La chica miró el ordenador. Nada, nada, nada... ¡espera!
Una única butaca lateral para esa misma tarde.

¡Míaaaaaaaaaa!



Bien. ¿Y ahora qué hago yo, sin móvil, en el centro de Londres hasta las siete de la tarde? Pues intentar localizar a TX, claro.
Mira que le dije: oye, espérame en Picadilly por si no consigo entrar. Pues bien, parece que no lo oyó.
Porque me fui a Picadilly y allí... no estaba.
Y me puse a dar vueltas a la estatuilla del Eros, a ver si lo veía a él o al novio de Yunza, que era con quien había quedado.

Y nada, que no. Que no había nadie.

Todo lo más, de repente apareció una pareja. Ella sacó una cámara y un trípode de una funda. Él, un auténtico cachas, se desnudó por completo, puso pose así como de pensador de Rodin y ella le sacó unas fotos delante del cartel del musical Viva Forever, (basado en canciones de las Spice, imagínate la mierda que puede ser eso). Luego el chico se vistió (sí, era pollón) y se fueron los dos. En total, ni dos minutos. Cosas que pasan en Londres.



Luego un grupo de hinchas futboleros borrachos organizaron una performance ruidosa y acabaron bailando bailando el pogo, por lo cual me alejé. Y alejándome, lo vi.

¡MI TX!
Ay qué alegría más grande.
Devuélveme mi móvil, que no he podido sacar foto al cachas nudista.

Le conté mi aventura en el teatro y que entraba a las siete y media.

¿Y qué me tocó hacer?

Pues acompañarlo a todos los almacenes de Oxford Street, uno por uno, a que viera las tiendas de gadgets y adornos navideños.

Si es que soy un santo.

Continúa aquí.

3 comentarios :

Eleuterio dijo...

Se me ocurren varias cosas:
1. ¿Roaming? Eres ricachón, Mocho.
2. Quiero ese musical.
3. ¿Has visto que ir al gimnasio paga?
4. ¿El único que ha visto el musical eres tú y los demás que iban a ir contigo se lo perdieron?
5. ¿Hubo five o"clok tea con scons, cream y mermelada de fresas? Es lo más rico de todo.

Mocho dijo...

1. Roaming para poder hacer y recibir llamadas, no de datos.
2. Eso está hecho.
3. No, el que pago soy yo.
4. En efecto. Fui solito. Los que viven allí tienen hasta el día 20 por si quieren ir.
5. No. No somos british aunties.

MM de planetamurciano dijo...

Se puede dar con un canto en los dientes; me conozco a unos que fueron a ver a a Jason Donovan y otros de la época, con sus entradas compradas de meses y una vez en Londres, se enteran de que se anula el concierto. Una de esas alegrías que no se olvidan.,vamos.

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